Un grupo de pastores liberales
Traduction: Julián Mellado
La oración, es mi voz interior en cada instante de mi vida, en un diálogo con una presencia invisible a la cual llamo « tu ».
Esa oración expresa en voz alta, solo (a) y en unión con otros, mi alegría, mi tristeza, mis preguntas, mis sufrimientos, mis inquietudes, mis gritos, mi rebeldía, mi gratitud, por el mundo como por mí mismo. La hago con mis palabras, pero también con mis gestos, mi cuerpo, mi canto.
Algunos piensan que es un monólogo, a causa del silencio, como un meramente eco de las palabras. En cambio ese silencio es portador de una respuesta, en particular cuando me recojo en mí mismo: aparte, en un lugar tranquilo, o en los medios de transporte, o ante una obra de arte maestra, delante de un paisaje, en la escucha de una música concreta, en la lectura especial de la Biblia. ¡o aún cuándo duermo!
Con la oración, elijo mantenerme ante una presencia que nombro « Dios » y que da sentido a mi existencia; elijo compartir con aquel de quien recibo « la vida, el movimiento y el ser » (Hech 17,18).
Esta presencia se parece a menudo a un soplo tenue, pero que me transmite esa increíble convicción de que no estoy solo(a).
Esta presencia es la que me lleva hacia los otros, hacia el mundo para vestirlo de Evangelio pues « juntar las manos, no es cruzarse de brazos; juntar las manos, es encontrarse con los otros. »
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