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¿Una fuente antigua en Marcos?

Julián Mellado

Desde hace unos doscientos años se vienen realizando diferentes estudios sobre el origen de los evangelios. Se trató de un auténtico cambio de paradigma en la manera de acercarse a estos textos sagrados. Siguiendo la corriente inaugurada por la Ilustración, se abordarán estos escritos con la misma perspectiva que se hacía con otros pertenecientes a tiempos remotos. Por ello fue adquiriendo cada vez más importancia el asunto de la veracidad histórica de los hechos que en los evangelios se relataban. Por supuesto que las reacciones fueron diversas, desde las afirmaciones más fundamentalistas hasta las más críticas. Mucho de las polémicas suscitadas en torno a las investigaciones se centró en el cómo y cuando se redactaron esos escritos. Desde entonces no han cesado los debates puesto que esas investigaciones estaban ligadas a determinar en lo posible quién era en realidad Jesús de Nazaret.
Se llegó a la conclusión de que los evangelios no eran biografías modernas. Entonces ¿qué eran?

Muchos eruditos anunciaron que se trataba, principalmente, de documentos de fe. No pretendían trazar un relato histórico preciso al modo actual, sino más bien esbozar un retrato, o transmitir un significado, el que tenía la vida y obra de un campesino galileo.

Aún así, a poco que se leyese un evangelio (canónico, se entiende) uno cae en la cuenta de que hay descripciones geográficas, se nombran personajes históricos (que se han comprobado su existencia) y se nos introduce en un mundo cultural que existió realmente.

Podemos decir que si los evangelios no son relatos propiamente históricos (al uso moderno) sí en cambio es necesario afirmar que tiene ese sustrato histórico. Dependiendo de los estudiosos, cada cual aumentará o disminuirá ese elemento histórico. Los eruditos no están exentos de sus preferencias personales, de sus inclinaciones filosóficas e incluso de sus convicciones religiosas.

Aún así, poco a poco se ha llegado a un cierto « consenso » de mínimos, que nos ayudan a encuadrar la figura histórica de Jesús. Siempre teniendo en cuenta que la búsqueda del Jesús histórico es una aproximación posible, pero nunca una descripción precisa del hombre de Nazaret. Ya se dijo en su día que cuando leíamos una obra sobre esa búsqueda, aprendíamos mucho del erudito que lo hacía. Quizás sea una exageración, pero queda a modo de advertencia.

Uno de los grandes interrogantes en torno a los evangelios es cómo se escribieron. Esto quizás nos dé pistas sobre el cuándo y posiblemente el dónde.

Se suele decir que el evangelio más temprano fue escrito en el 65 d.c, el de Marcos, y el más reciente en el 90 d.c, el de Juan.

Siempre fechas relativas y discutibles. Obviamente los más críticos quieren adelantar la autoría de Marcos, es decir separarlo más en el tiempo de los acontecimientos descritos y los más conservadores retrasar el de Juan, es decir acercarlo más a los acontecimientos descritos. La idea es que un evangelio alejado de los acontecimientos no pueden transmitirlos con veracidad. Por ello se considera más fiable Marcos que Juan. Pero aún así, el espacio de 30 años o más de la redacción de este evangelio y la vida de Jesús, hace que para los hipercríticos, ni siquiera este evangelio sea realmente fiable en nada de lo que dice.

Quizás estos criterios sean un tanto desmesurados. Podría ser que un evangelio más reciente (más apartado al tiempo de la vida de Jesús) el de Juan, utilice fuentes muy antiguas.

Se da el caso de que en ese evangelio precisamente, la topografía es más precisa y correcta que en los evangelios más tempranos.

La arqueología ha desenterrado lugares que han sido mencionados en el evangelio según Juan, y que se pensaba que eran lugares meramente simbólicos.

La clave está quizás en ir comprendiendo mejor, según podamos, la manera en que fueron escritos esos evangelios. Es cierto que querían presentar una buena noticia, centrada en la persona de Jesús. Estoy convencido que tomaron diferentes tradiciones orales o escritas, y las reelaboraron al servicio de las intenciones de cada evangelista, de ahí el título que llevan: Evangelio según Marcos…(y no como solemos decir « Evangelio de Marcos…)

Independientemente de las elaboraciones teológicas, de las ideas propias del autor, ¿es posible encontrar alguna de esas fuentes muy antiguas, que se remonten a testigos oculares?

Partiendo de la redacción final del evangelio, se debería encontrar huellas o pistas de « fuentes » que tengan visos de veracidad, algo que fuese comprobable o al menos muy probable.

Estamos hablando en este caso, de algo que está más allá de las fechas de composición de los evangelios. El consenso general es que los cuatro evangelios canónicos fueron escritos en la segunda mitad del siglo I.

Personalmente, creo, que hay una posible fuente muy antigua, y que me parece no se ha apreciado de una manera adecuada.

Esta posible fuente se encuentra en el evangelio según Marcos.

Aún partiendo de la hipótesis de la fecha más reciente, se sitúa la redacción en el año 70 d.c. ¿Demasiado lejos de los hechos que cuenta?

No hay duda de que unos 38 años de diferencia, pueden dar lugar a deformaciones e incluso invenciones. No obstante, también puede ser que el autor usara fuentes fiables, no inventadas, que incluyese en su escrito.

Esa posible fuente se encuentra en Marcos 15,21,22.

 » Obligaron a uno que pasaba viniendo del campo, a un cierto Simón de Cirene, padre de Alejandro y e Rufo, a que cargara la cruz de Jesús. Y le llevaron al lugar llamado Gólgota, que traducido es lugar de la Calavera ».

¿ Qué desvelan estas palabras? ¿Por qué se las puede relacionar con una fuente antigua? Veamos.
El autor nos habla de un personaje desconocido llamado Simón de Cirene. Pero dice algo más. Se trata del padre de Alejandro y Rufo.
Estos hermanos debían de ser conocidos por los lectores de Marcos. Seguramente la comunidad que recibió este evangelio. Se sabe quienes son, forman parte de esa comunidad. Esto atestigua la antigüedad de este evangelio, pues los hijos de Simón no vuelven a aparecer en ningún otro evangelio. La explicación más obvia es que los otros evangelios están separados en el espacio y el tiempo del de Marcos.
No son referencias para sus lectores.
En cambio, en las palabras de Marcos, vemos que el relato de las últimas horas de Jesús debe de haber sido escrito en un tiempo muy cercano a la crucifixión. Alejandro y Rufo son los hijos de un testigo presencial de la muerte de Jesús.
No son personajes ficticios, sino no tendría sentido el texto de Marcos. Son reales, « históricos » como su padre Simón. ¿Acaso sería él una posible fuente de lo que ocurrió en aquel monte? Si Alejandro y Rufo formaban parte de esa comunidad de seguidores del Nazareno, creo que es inevitable pensar que el de Cirene tuvo algo que ver, o algo que contar.
Todo esto me hace pensar, al margen de las agendas conservadoras o liberales, que tenemos algunos datos históricos razonablemente fiables. Además nos indicaría alguna pista de cómo usó el autor ese sustrato histórico.
Siguiendo pues esta idea, podríamos afirmar con mucha probabilidad algunos datos sobre las últimas horas de Jesús de Nazaret.

– Fue ayudado a transportar el travesaño de la cruz por un desconocido llamado Simón de Cirene. Se supo el nombre de este hombre seguramente porque mantuvo alguna relación con la comunidad a la que pertenecieron sus hijos.
– Jesús fue llevado a un monte para ser crucificado.
– Fue ejecutado como sedicioso y le pusieron el título acusativo de « Rey de los judíos ». (conforme a la costumbre romana)
– Fue ejecutado junto a dos reos.
– Asistieron al evento autoridades judías.
– Sus discípulos no estaban presentes.
– Jesús murió dando un fuerte grito.

Por supuesto que se pueden ampliar estos datos. Al menos estos representan un « mínimo » históricamente aceptable. Lo importante de ello, es que se puede afirmar estos hechos partiendo de una « fuente » muy anterior a la redacción del propio evangelio de Marcos.
Quizás Alejandro y Rufo contaron lo que les relató su padre Simón. El autor de Marcos estaba en contacto o pertenecía a esa comunidad. Y pudo por lo tanto incluir en su evangelio, esa « información », siempre al servicio de los intereses teológicos propios.
En este caso, « intereses teológicos » no es sinónimo de falsificación o invención.

Se pueden rastrear indicios de otras fuentes en los otros evangelios. Independientemente de si vino por un medio oral o escrito.
Lo cierto es que esta lectura atenta nos puede desvelar muchas cosas de ese Jesús, del hombre histórico, sin necesidad de aprioris filosóficos o teológicos.
Ahora bien, es necesario decir que los arqueólogos han descubierto alguna cosa más en referencia a los dos hermanos. Un descubrimiento asombroso. Pero será para otra ocasión.

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À propos Gilles

a été pasteur à Amsterdam et en Région parisienne. Il s’est toujours intéressé à la présence de l’Évangile aux marges de l’Église. Il anime depuis 17 ans le site Internet Protestants dans la ville.

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