( 1737-1809)
Tomados del libro de Thomas Paine, La Edad de la Razón.
Traducción Julian Mellado
Creo en un Dios, y en ningún otro, y espero la felicidad después de esta vida.
Creo en la igualdad del hombre; en que los deberes religiosos consisten en una actitud justa y compasiva,
así como en procurar la alegría de nuestros semejantes.
No obstante, por temor a que se suponga que creo muchas otras cosas además de éstas, declararé, a lo largo
del presente libro (La Edad de la Razón), las cosas en las que no creo, y mis razones para no hacerlo.
No creo en el credo que profesa la religión judía, la Iglesia católica, la Iglesia griega, la Turca, o la
protestante, ni en el de ninguna que conozca. Mi propia mente es mi Iglesia.
Creo que todas las instituciones eclesiásticas nacionales, ya sean judías, cristianas o turcas, me parecen invenciones
humanas creadas para atemorizar y esclavizar a la humanidad con el fin de monopolizar el poder y la riqueza.
A mis conciudadanos:
Se me hará justicia al recordar que siempre he apoyado con vehemencia el derecho de cada hombre a expresar su
opinión, sin importar cuán diferente pueda ser de la mía. Quien le rehusara a otro este derecho, se convierte él mismo
en esclavo de su opinión, porque se excluye a sí mismo el derecho a cambiarla.
El arma más poderosa contra los errores de cualquier clase es la razón; nunca he utilizado otra y confío que jamás
lo haré.
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