Cristo es el « sí » magistral con el cual Dios se dirige a la humanidad. En Cristo, nada está condenado a la mediocridad, a la fealdad, al fracaso, a la desgracia. Cristo no es sólo el punto de encuentro, entre lo divino y lo humano, entre el cielo y la tierra, entre lo absoluto y lo relativo, es aquello que trasciende la humanidad, lo que la eleva liberándola de todo aquello que quiere abatirla. Cristo es la bendición de Dios al mundo.El es nuestra aprobación radical, sin reservas, sin condiciones. Es lo que nos permite levantar la cabeza y no seguir caminando con el dorso doblado, en guerra permanente con nosotros mismos.
En ese sentido, es lo que nos salva. Sí, Cristo salva, pues la bendición que lleva aparejada a ese otro nombre, la encarnación, nos libera de aquello que en nosotros y en otros nos destroza y nos maldice.
Pero la bendición no es una palabra bonita en un buen discurso, y menos aún,un pequeño gesto con tintes mágicos. Bendecir es una lucha. Un combate. es una lucha contra lo que condena a la maldición. El racismo, la homofobia, el desprecio de sí mismo, la exclusión social y tantas otraas maldiciones mortíferas. Bendecir, es luchar contra la maldición mediante reformas sociales y económicas, predicaciones proféticas y liberadoras, avances de la ciencia y de la cultura que hacen crecer al ser humano, mediante logros que siempre nos llevan más allás de nuestros límites. << Bendecid, ya que a eso fuistes llamados>>, nos dice la epístola de Pedro (1P 3, 9 ). Ser cristiano no es otra cosa que bendecir.
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