Sí, Dios es un Dios sin fronteras. Si el Espíritu, que designa a Dios, relativiza de esta manera lo que tenemos tendencia de absolutizar, eso nos recuerda que no podemos otorgar a ninguna persona humana (el papa) ni a escrituras humanas (la biblia) la menor infabilidad. Además de que de hacerlo, sería ceder a una tentación que pretende situar en nuestro poder al Espíritu divino, objetivizarlo, cosificarlo convirtiéndono en su dueño. Dios se nos escapa. Es libre. Cuando Auguste Sabatier (1839-1901) escribió Las religiones de autoridad y la religión el Espíritu, trata precisamente de esa tentación, sea católica sacralizando la Iglesia o protestante sacralizando la Biblia.
Una vez dicho esto, reconocer que Dios es Espíritu, es profesar la vez una religión de lo íntimo, de ese Dios « que está ahí en lo secreto » (Mt 6,6) : « ¿ Es que no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros ? » (1 Co 3, 16). Maravillosa pregunta que abre al ser humano al dinamismo creador de Dios sin encerrarle en nuestras propias limitaciones. Hablar del Espíritu de Dios, es hablar de un Dios inesperado. Ese reconocimiento incluye también la idea de inspiración : « Respetemos, en cada hombre, poeta o no, ese momento reconocido como inspiración, donde dice más de lo que realmente sabe, donde realiza cosas más allá de lo que en verdad puede, cuando se convierte en más de lo que es. » ( Alexandre Vinet, 1797-1847)
Pour faire un don, suivez ce lien