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Navidad, por primera vez

Julián Mellado

Ya estamos otra vez en Navidad. ¿Otra vez? ¿Seguro? Depende a lo que llamemos con ese término estos días de finales de diciembre. Si es solamente un tiempo de descanso y consumo, pues, bueno estamos de acuerdo, es « otra vez ».

La felicidad por calendario como dice el filósofo francés André Comte-Sponville.

¿Pero y si resulta que « eso » no es precisamente la Navidad? ¿Y si de lo que hablamos es de una Natividad?

Siempre me ha impactado el relato del evangelio según san Mateo donde se nos habla del nacimiento de un Niño.
Este breve relato en los dos primeros capítulos de dicho evangelio es fascinante. No se trata de buscar « las pruebas » históricas del evento. Se lo dejamos a los historiadores. De lo que se trata es dejarse atrapar por la historia, penetrar en su atmósfera, asombrarse por lo inesperado.

Lo que me impacta personalmente, es que el relato es como una obertura a la gran sinfonía que es el evangelio en sí.
El niño es portador de algo. Y aquí empieza la sorpresa. El niño es pobre, frágil,  que como cualquier niño depende del cuidado de sus padres. Algo extraño rodea su nacimiento, pero que le da sentido.

El autor aumenta el tono sin miedos y nos dice que ese bebé es « Dios con nosotros ». ¿Cómo? ¿Qué dice?
Que la búsqueda de Dios no se realiza en las alturas, sino en lo bajo, en lo humano, en el entresijo de una familia, de una madre….

Si entendemos a Dios como lo mejor, entonces podemos ver lo que aporta ese niño, que cuando se hizo hombre no dejó de encarnar. ¿Dios es bueno? Entonces lo que nos dice el viejo evangelio, es que la Bondad se hizo niño.
¿Esperanza? La esperanza se hizo carne. ¿La verdad? la verdad se hizo hombre. Y podríamos seguir.

En el mundo que vivimos donde parece que el mal triunfa, que es omnipotente, invencible, oímos desde el fondo de los siglos un anuncio asombroso. ¡No es verdad!

El mal no es omnipotente. Tiene pretensión de serlo. Cuando nace el niño-esperanza Jesús, Herodes quiere matarlo. Y para ello no duda en matar más niños. Mejor que mueran inocentes a que se escape el portador del amor.

A veces la Bondad tiene que refugiarse, irse a « Egipto », dar la apariencia de haber sido vencida. La familia tiene que huir a un país extraño. Como tantos otras familias a lo largo de los siglos, cuando los Herodes de turno aman matar a los niños- esperanza. Pues cada niño lo es.

Parece el fin de la historia. El poderoso ha vencido, el mal se ha salido con la suya.

Ahora bien, la historia nos vuelve a asombrar. El poderoso no es inmortal, la vida sigue, las circunstancias cambian, y ¿quién lo iba a decir? el Niño vuelve, siempre vuelve.

El mundo no se ha quedado abandonado. Hace dos mil años fuimos visitado por lo inesperado, por el Hombre Bueno.

Y esto nos hace pensar que por muy mal que vayan las cosas, el Niño resurge.

Y resurge como un anunio nuevo, nunca oído en pleno siglo XXI.

Quizás ahí está la clave.Deberíamos oir ese anuncio como si fuera…..la primera vez

Os deseo feliz esperanza
 

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À propos Gilles

a été pasteur à Amsterdam et en Région parisienne. Il s’est toujours intéressé à la présence de l’Évangile aux marges de l’Église. Il anime depuis 17 ans le site Internet Protestants dans la ville.

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