André Gounelle
Traducción Julian Mellado
Después de los atentados de enero, André Gounelle nos propone una reflexión sobre el fanatismo y la violencia en la Biblia.
La espantosa matanza en Charlie Hebdo me ha hecho pensar en otra atrocidad: La masacre de los sacerdotes de Baal por Elías en el monte Carmelo (1 R 18). El profeta podría haber gritado también que Dios es grande y que estaba vengando su honor. Treinta siglos separan esos dos crímenes que se parecen mucho: la misma salvajada, el mismo horror de una carnecería, digamos religiosa, el mismo fanatismo que pervierte su propio fervor.
Junto a la proclamación de un Dios de amor que da vida y que nos llama a ella, la Biblia contiene << versículos satánicos>> que presentan a un Dios de muerte que manda ejecutar a los blasfemos. Aprendamos a cribar y a distinguir en la lectura creyente de la Biblia el oro de la paja, como decía Lutero, y a no transformar en héroes de la historia santa a los que asesinan por motivos religiosos. Es revelándose en el monte Horeb en un susurro apacible y sutil, y no en el espanto y la tempestad, que Dios desaprueba lo que ocurrió en el Carmelo, sobre todo lo que hizo Elías, quien ese día tenía poco de profético y mucho de demoníaco.
<< Matar un hombre, escribía Castelio a Calvino después de la ejecución de Servet, no es defender una doctrina, es matar un hombre>>. El blasfemo no es aquel que se burla o convierte la religión en algo irrisorio, sino que es aquel que asesina por ella. El Dios en el que creo nos llama a respetar y a estar al servicio de la vida. Aquel que condena y mata es alguien diabólico, y el Dios del que dice servir se llama Satán.
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