¿Entonces? Entonces para que sirve intentar ayudar a los que nos pueden espoliar, son demasiado… demasiado numerosos, demasiado violentos, demasiado sucios… Para qué sirve acoger los que ponen en peligro nuestras riquezas materiales y morales. Para qué sirve ayudar a los presos que merecen sus penas, a los refugiados que se tenían que haber quedado en sus países, a los sin techo que tenían que desconfiarse.
Entonces nosotros, que decimos seguir a Jesús de Nazaret, ¿podríamos quizá encerrarnos en nuestros templos? Refugiarnos y buscar así « el socorro de la religión » ? Estamos tan bien juntos, acordandonos de los buenos tiempos pasados, cuando el Cristianismo « oficial » se sustituya a la dificuldad de ser un discípulo! Unas oraciones durante los domingo y « ¡ya está! », podíamos volver a casa, felices del deber cumplido, y no encontrabamos ni enchironados, ni refugiados, ni un sin techo… solamente gente recomendable .
Ese mundo angélico ya no existe… ¿existió alguna vez?. « Siempre tendreis pobres con vosotros » Mt 26, 11. Dijo El que queremos servir.
Entonces para estar tranquilos, me aconsejó un amigo mío, y lo encontre muy pertinente, borrar el capítulo 25 del Evangelio de Mateo, ya sabeis, el que dice « Porque tuve hambre, y me disteis de comer…fui forastero y me recogisteis, y en la cárcel y vinisteis a mi… » Mt 25, 35 y más lejos « De cierto os digo que cuanto le hicisteis a unos de estos mis hermanos más pequeños, me lo hicisteis a mí » Mt 25, 40.
¡Arranquemos esas páginas tan pertubadoras, y quedemonos en nuestros felices domingos! Estaríamos entre nosotros, seguros de nuestros buenos derechos, olvidando a aquéllos para quienes vino Jesus, que se llamen, publicanos , recaudadores de impuestos, prostitutas o presos, sin papeles o sin techo… ¡ganaríamos tanto en seguridad !
A no ser que…
Pour faire un don, suivez ce lien