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LA MÍSTICA ÍNTIMA

Julian Mellado

Era una tarde soleada, sentado en una terraza tomando algo y conversando con un buen amigo, filósofo y antropólogo de profesión. la conversación versaba sobre « profundidades » de la vida, dándonos cuenta de lo poco que sabíamos con certeza. En un momento dado le realicé una pregunta comprometida y su respuesta fue para mí algo inesperada, yo también tengo mi mística íntima. Obviamente no respondió a la pregunta formulada, pero sí me otorgó otro tipo de respuesta. Lo que más me chocó de lo que dijo sobre la mística íntima era que mi amigo es ateo.

Escribí dos artículos sobre el tema de Dios. Uno EL GRAN OBSTÁCULO, donde traté de exponer de manera imprecisa lo que me llevó a abandonar la teología tradicional.
El otro ¿A QUÉ LLAMO DIOS? estaba dedicado a expresar lo que podría ser un enfoque diferente del tema, siempre desde una perspectiva muy personal. De hecho pienso que sobre Dios sólo se puede hablar en primera persona aunque sea para adherirse a doctrinas ya establecidas por una autoridad. Incluso el que niega, expone su propia visión de lo que niega.
Ahora bien, tras escribir estos dos artículos tuve la sensación, no sólo de que no todo estaba bien explicado, sino que faltaba algo por decir.
Y era precisamente lo que mi amigo filósofo me expresó que más allá de lo dicho o expresado existe lo indecible, lo que no se puede expresar, lo que está más allá de una discusión racional. ¿Acaso no es cierto que hay cosas que no logramos transmitir? Y aunque estemos a veces encerrados en nuestro racionalismo no conseguimos verbalizar con precisión lo que sentimos o intuimos. No estoy abogando por lo irracional, sino por aquello que acompaña lo racional pero por decirlo de alguna manera lo supera.

La mística íntima puede ser un término apropiado para reflejar ese misterio que nos habita. Se podría referirse de esta manera también: Lo que no es sin mí, está en mí pero es más que yo. Pascal ya nos decía que había razones del corazón que la razón no comprende. 
Esta mítica íntima se alimenta de una cierta percepción o razón intuitiva y de experiencias inefables. Eric-Emmanuel Schmitt, declarado agnóstico, cuenta una de esas experiencias o mejor la balbucea en su libro « La Noche de fuego » donde encontró una nueva manera de percibir la Trascendencia, lo divino, Dios.
No significa que alguien deba tener necesariamente ese tipo de experiencias, sino que cada cual puede experimentar algo en la profundidad de su vida que le haga cambiar y que se ve limitado para comunicarlo. ¿Pero es necesario, obligatoriamente, tener que comunicarlo? Mi amigo el filósofo prefirió no hacerlo, era algo que pertenecía a lo más íntimo. El escritor trató de hacerlo en un maravilloso libro, aunque fuera un balbuceo. 
El silencio es un buen compañero para estos casos. No me refiero solamente a quedarse en un lugar solitario con uno mismo y reflexionar. Eso también. Recordemos que Pascal decía que todos los problemas de la humanidad eran debido a la incapacidad de quedarse a solas consigo mismo en una habitación, en silencio.
Ese silencio se refiere más bien a acallar tanto ruido que tenemos en la mente. Conceptos, debates, discursos, enfrentamientos y tratar de escuchar la Vida, la propia, de una manera intransferible. Ahí es donde surge esa razón intuitiva que nos hace percibir otras cosas u otra profundidad.
Quizás se da también la percepción de lo trascendente y de lo divino cada cual a su manera, con sus propios condicionantes culturales, y desconfiando quizás de la precisión de las palabras. 
Descubrí que yo tenía también mi mística íntima que completaba lo que ya había escrito, lo ampliaba y en ciertos puntos lo corregía. Sin embargo , al igual que mi amigo, no era capaz de expresarlo, explicarlo o comunicarlo.No puedo decir que he tenido muchas experiencias inefables, pero alguna sí. Y nunca he podido ponerlas en palabras. Fueron muy pocas, pero suficientes para asimilar esa mística íntima.
En estos días de reclutamiento forzoso a la que nos hemos visto todos abocados, he reflexionado con una cierta profundidad, escuchando la vida y el silencio. Siempre me he tenido por racionalista…pero hay más. Lo que me acompaña en la vida es más profundo y misterioso de lo que creía.
Es muy posible que otros se identifiquen con esta mirada diferente de la realidad. No se trata de renunciar a la racionalidad sino de descubrir su lugar. Se trata también decaer en la cuenta de que lo Inefable, lo indecible o lo inexplicable existe, y nos influye y nos forma.
El Misterio no se programa sino que acontece. Nos sorprende, nos desafía en nuestro pretendido saber, nos lanza con nuestras perspectivas. No deberíamos perder la capacidad de asombrarnos. Tampoco decir de antemano lo que queremos que nos asombre. En una ocasión leí a un escritor esta frase que adopto: « Acepto ser sorprendido ».
La mística íntima nada tiene que ver con los discursos sobre teismos, ateismos o agnosticismos. Estamos en otros planos. Pero si tuviera que expresar algo que nos aproxime a su realidad, prefiero hacerlo con las palabras de Jacob:
« Dios estaba en este lugar, y yo no lo sabía ».  

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À propos Gilles

a été pasteur à Amsterdam et en Région parisienne. Il s’est toujours intéressé à la présence de l’Évangile aux marges de l’Église. Il anime depuis 17 ans le site Internet Protestants dans la ville.

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