Leslie Stephen
(1832-1904)
Somos una compañía de seres ignorantes que camina a tientas por la niebla y por la oscuridad, que solo aprende mediante una repetición interminable de tropiezos, que consigue un atisbo de verdad cayendo en todos los errores concebibles, y que discierne vagamente bastante luz como para cumplir sus necesidades cotidianas, pero que discrepa sin remedio cada vez que intenta describir el origen o el final últimos de sus caminos; y sin embargo, cuando alguno de nosotros se atreve a declarar que no conocemos el mapa del universo tan bien como el de nuestra infinitesimal parroquia, se le abuchea, se le vilipendia, y tal vez se le diga que será condenado eternamente por su falta de fe. Entre tantas y tantas polémicas interminables e insolubles que no han dejado más que cáscaras vacías de palabras sin sentido, hemos logrado descubrir algunas verdades dignas de confianza. No nos llevan muy lejos, y la condición para descubrirlas ha sido desconfiar de los apriorismos e interrogar sistemáticamente la experiencia. Sigamos al menos esa pista, decimos algunos. Con ella encontraremos bastante orientación para las necesidades de la vida, aunque renunciemos para siempre a tratar de llegar al otro lado del velo que nadie ha podido levantar; suponiendo, claro está, que haya algo detrás….. ¡Miserables agnósticos! se nos replica. Dejaos de paparruchas y ceñíos a las antiguas cáscaras.
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