PREDESTINACIÓN

Pierre-Olivier Léchot

Traducción: Julian Mellado

Verdadera « serpiente de mar del calvinismo » según la expresión de Bernard Cottret, la doctrina de la predestinación elaborada por Calvino se ha convertido en algo extraño para nuestra conciencia moderna, más preocupada por la autonomía del ser humano : ¿Cómo imaginar que un Dios autoritario haya podido decidir la condenación de gran parte de la humanidad desde antes de la creación del mundo?

Para comprender bien esta doctrina de la predestinación de Calvino, hay que situarla en su contexto histórico. En una época marcada por el miedo a los tormentos eternos que siempre estaban amenazando a los creyentes que no podían hacer méritos suficientes para evitarlos, Calvino persiguió ante todo un objetivo pastoral : convencer a los fieles que, desde antes de la creación del mundo, Dios ya tenía en vista su salvación y que no pensaba cambiar de idea hicieran lo que hicieran.

¿Acaso dudaban de su elección? El mero hecho de preocuparse por ello es sin duda alguna una señal de la misma. La doctrina de la predestinación aparece así bajo su pluma como el último descubrimiento de un recorrido de fe que trataba de dar cuenta de una subtil pedagogía divina: Calvino no ahorra formulas que puedan resaltar la buena intención de un Dios que acompaña al creyente en su camino de aprendizaje de la fe que le llevará a reconocer tras la voluntad divina de la predestinación el signo indeleble de su amor.

Por supuesto que podemos estimar que esta visón de la salvación no tiene mucho que ver con un cristianismo más preocupado por responder a los interrogantes de la modernidad. En cambio, al principio del siglo XIX, uno de los grandes pensadores del protestantismo moderno, Friedrich Schleiermacher, vería tras esta doctrina el núcleo de toda piedad, a saber ese sentimiento de dependencia pura y simple cara a la vida que nos habita a todos y que nos invita a mirar la existencia con confianza y a tratar de comprenderla desde la fe, como un don.

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